Lamentablemente, los casos de diagnósticos pasados por alto, retrasados o incorrectos son muy comunes en el campo de la medicina. Esto queda demostrado en un estudio reciente publicado por The Journal of the American Medical Association que estima que esto se produce en el 10% a 20% de todos los diagnósticos dados. En las áreas de laboratorio clínico, radiología y patología, la tasa de error fluctúa entre el 2% y el 5%.
Contrariamente a lo que uno podría pensar, los errores en los diagnósticos no ocurren solamente en casos de enfermedades raras o condiciones inusuales, sino que incluso suceden con afecciones comunes, como el asma o la anemia. Las consecuencias de estos errores son alarmantes. Nuestros abogados especializados en negligencia médica de Miami comprenden que según algunas estimaciones, entre 40,000 y 80,000 muertes de ciudadanos estadounidenses se pueden atribuir cada año a errores de diagnóstico, siendo mucho mayor el número de lesiones. El estudio JAMA dio a conocer un reciente sondeo de 6,000 médicos que concluyó que más del 95% de todos los errores de diagnósticos se pueden prevenir.
Son muchas las maneras en las que los doctores y los hospitales pueden trabajar para reducir estos errores, los cuales suelen ser el resultado de mala comunicación, falta de consentimiento informado, fallas en el sistema, errores de documentación y problemas con las decisiones clínicas y los conocimientos técnicos.
La Physician Insurers Association of America informa que la obstetricia es la principal especialidad médica contra la cual se realizan las reclamaciones. Las otras incluyen medicina interna, cirugía general y cirugía ortopédica.
Un caso reciente, Adams v. Laboratory Corp. of America, examinado por la Corte de Apelaciones de los Estados Unidos del Undécimo Circuito, parece haber sido el resultado de problemas relacionados con los conocimientos de los técnicos de laboratorio contratados por un proveedor de cuidados obstétricos. La Corte de Apelaciones revocó parcialmente la conclusión de la corte inferior en cuanto a que la perito de la demandante no cumplía con los estándares de fiabilidad, lo que significa que la demanda avanzará hacia la etapa del juicio.
En este caso, el litigio tiene su origen en un supuesto error por parte de los citotécnicos de laboratorio en la detección de anomalías en las muestras de citología vaginal de la paciente. Como resultado, la demandante alegó que sufrió un retraso en su diagnóstico de cáncer, lo que la obligó a buscar un tratamiento más agresivo e impactó negativamente su pronóstico.
Según los registros de la corte, la paciente se realizó cinco pruebas de Papanicolau en el transcurso de casi tres años. Cada vez, el médico colocaba el raspado del cuello uterino de la paciente en un portaobjetos y luego enviaba las muestras al laboratorio demandado para su análisis.
Correspondía a los técnicos de laboratorio determinar si existían anomalías. Los laboratoristas nunca detectaron indicios de ningún problema. La última prueba de Papanicolaou de la paciente se realizó en setiembre de 2008.
En agosto de 2009, acudió a su ginecólogo para solicitar un tratamiento por sangrado vaginal. Fue en ese momento que le diagnosticaron cáncer cervical. Para ese entonces, el cáncer se había extendido a sus ganglios linfáticos. Esto significaba que el cáncer estaba en etapas avanzadas, requiriendo una cirugía radical y agotadores ciclos de quimioterapia.
La paciente y su esposo presentaron una demanda contra el laboratorio, alegando que los empleados que examinaron los portaobjetos entre los años 2006 y 2008 infringieron el protocolo de cuidado al no identificar correctamente las células anormales que habrían indicado que tenía cáncer. Esto hizo que sufriera un retraso de varios años en su diagnóstico. De haber recibido años atrás un diagnóstico apropiado, se podría haber tratado el cáncer mucho antes.
La perito de la demandante había sido catedrática de patología durante más de 15 años, había capacitado durante más de 40 años a citotécnicos y se había desempeñado en un grupo de trabajo que ayudó a desarrollar el sistema utilizado por los patólogos y citotécnicos, incluyendo aquellos que trabajaban en el laboratorio demandado, para reportar los resultados de los exámenes de Papanicolaou.
La perito viajó al laboratorio demandado, revisó los portaobjetos de la paciente durante 90 minutos utilizando el mismo modelo de microscopio y concluyó que los citotécnicos infringieron el protocolo de cuidado aplicable al no identificar las células anormales que deberían haber marcado.
Uno de los temas centrales en el caso era si la metodología utilizada por esta perito fue «desvirtuada debido a una metodología no fiable,» como alegaba la defensa. Específicamente, no había mezclado los portaobjetos con otros para hacer una comparación, y observó los portaobjetos sabiendo que la paciente había sido diagnosticada con cáncer.
La Corte del Distrito se puso del lado de la defensa, indicando que la perito debió haber aplicado una «revisión ciega» sin conocer la identidad de la paciente ni su resultado clínico. El Panel de Apelaciones hizo la revocación, hallando que este análisis era «manifiestamente erróneo» porque la opinión de la perito se basaba en metodología que era ampliamente aceptada y basada en la evidencia física disponible.
La revocación de la Corte de Apelaciones significa que este caso pasará a juicio, donde la demandante tendrá la oportunidad de presentar estos hechos ante un jurado.
Prevenir un diagnóstico erróneo, retrasado o pasado por alto constituye una prioridad cada vez mayor en el campo de la salud y es algo que preocupa mucho a los líderes de la industria. Si bien hay un creciente entendimiento de la manera en que se producen los errores de diagnóstico, hay mucho menos información disponible acerca de cómo prevenirlos.
En un artículo reciente publicado en Medical Economics se indica cómo médicos, hospitales y otros proveedores de atención médica pueden evitar litigios por negligencia médica.
Una de las mejores formas de hacerlo es mejorar la comunicación entre médicos y pacientes. Si bien un mal resultado en la condición médica de una persona no siempre es sinónimo de negligencia médica, la mala comunicación antes del resultado es uno de los principales factores que una familia considera para decidir si va a presentar una demanda. Los médicos necesitan comunicarse efectivamente con los pacientes y las familias con respecto a todos los posibles resultados. Esta es una de las mejores maneras en que los médicos pueden mitigar su propio riesgo. En este asunto se debe prestar especial atención a la existencia de barreras idiomáticas o cuando los pacientes son ancianos o no colaboradores (incumplidores).
Otra clave de una buena comunicación es obtener el consentimiento informado del paciente. Los médicos deben asegurarse, siempre que sea posible, que los pacientes den su consentimiento para el procedimiento y tengan un entendimiento completo de los posibles riesgos.
Los médicos y proveedores de atención médica también deben procurar estar informados de los nuevos desarrollos en sus especialidades y áreas de práctica. Uno de los temas principales en los casos de negligencia médica es si el doctor siguió los protocolos de práctica aceptables. No es raro que un médico o un proveedor de atención médica atareado no se mantenga al corriente de las últimas novedades en su campo. Uno de los mayores cambios en estos últimos años –y que puede reducir significativamente el riesgo de una demanda por negligencia médica– es adoptar el uso de historias clínicas electrónicas.
Los médicos también pueden reducir los problemas de responsabilidad al asegurarse de hacer seguimiento a las pruebas de diagnóstico y a los resultados de la derivación a especialistas. Cuando los reportes o resultados de las pruebas no se reciban de manera oportuna, o cuando quede sospecha de los resultados, el médico o el proveedor deben realizar tareas de seguimiento para asegurarse de que nada fue pasado por alto, ignorado u olvidado.
Además, los administradores de riesgo de los hospitales deben asegurarse de que existen políticas claras y uniformes, así como protocolos que el personal y los médicos deben acatar. Cuando esto no ocurre, hay la posibilidad de que existan varios protocolos similares que puedan variar de un médico a otro o de un empleado a otro. Esto hace que una organización sea vulnerable a errores u omisiones.
Específicamente con respecto a errores de pruebas de laboratorio, los investigadores señalaron la creciente dependencia de los médicos en los laboratorios, porque los médicos tienden a tener una menor interacción con el paciente que la que había hace unas pocas décadas atrás. Los investigadores sugirieron que era de vital importancia mejorar la comunicación entre médicos y técnicos de laboratorio. También se consideró que una formación adecuada de los técnicos y una supervisión más estricta de los trabajadores eran factores importantes en la prevención de errores de diagnósticos.
Si usted ha sido agraviado debido a una negligencia médica en Miami, póngase en contacto con el Bufete de Abogados de Jose M. Francisco.
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